«Las palabras suelen durar un poco más que las cosas, pero al final también se desvanecen, junto con las imágenes que alguna vez evocaron. Desaparecen categorías enteras de cosas, y por un tiempo uno es capaz de reconocer esas palabras idas, incluso si no puede recordar lo que significan. Pero luego, poco a poco, las palabras se convierten en simples sonidos, un conjunto fortuito de oclusivas y fricativas, un tumulto de fonemas confusos, que finalmente acaba en una jerga. La palabra ‘maceta’ no tendrá más sentido que ‘splandingo’. Tu mente la escuchará, pero la registrará como algo incomprensible, un término de un idioma que no conoces. De hecho, cada persona termina hablando su propia lengua, y a medida que disminuyen los conceptos con significado común, se hace más difícil comunicarse con los demás».

No puedo dejar de pensar en esas palabras que se nos vacían cada vez más. O en otras que se llenan de desperdicios hasta hacerlas explotar. Quizás libertad, ética, humanidad, bien, verdad. No sé…