Dominum homo
Publicado: 02/03/2010 Archivado en: pastiche Deja un comentarioHace tiempo que quería escribirte. Pero viste cómo somos los grandes, nunca tenemos tiempo suficiente más que para perderlo a cuentagotas. Acá afuera la cosa está brava. El agua cae dictatorialmente sobre el mundo a la par que avanza llevándose los totems de cemento que nos hemos construido. Los vientos, para no ser menos, blanden sus alas grises pariendo ciclogénesis que asolan los campos cosechados con el sudor de la frente. La tierra, entonces, grita desaforada por las cordilleras para que le haga caso esa troupe que tiene como compañeros de elementos. Un caos, bah. Para qué mentirte.
Sin embargo, tengo la sensación de que tu caos, el de dentro, el que te va avisando cómo se acomodan las cosas para tu llegada, es mucho mayor en este momento. Sos fuerte, legionario, toda esta locura mundana no será nada para vos.
Dentro de pocos días te van a ametrallar diciéndote lo que deberías ser y lo que se espera que hagas. Te lo diremos todos desde el amor, pero también lo harán desde el abatimiento, desde la desidia, desde el precipicio de la ignorancia. No escuches. Tus oídos son muy frágiles todavía. Preserváte. Guardáte un poquito de ese líquido que tanto amaste para que te haga de sofá y te aguante los golpes.
Si hay algo que sabemos hacer los grandes es cambiar un caos por otro. Nos encanta. Sabemos muy poco de la alegría, del estar bien. Nos da miedo, no lo manejamos. Es más fácil lidiar con la desesperanza.
Aún así, esa lucecita que empezás a adivinar, esa claridad que vas a ver dentro de poco encierra una de las acciones más hermosas: el esperar, siempre. Eso es algo que muchos grandes han perdido, no les dejes hablarte sobre eso porque ya no saben nada. Pero estás llegando, por eso venís y te esperamos. Para esperar juntos.
Sin embargo, tengo la sensación de que tu caos, el de dentro, el que te va avisando cómo se acomodan las cosas para tu llegada, es mucho mayor en este momento. Sos fuerte, legionario, toda esta locura mundana no será nada para vos.
Dentro de pocos días te van a ametrallar diciéndote lo que deberías ser y lo que se espera que hagas. Te lo diremos todos desde el amor, pero también lo harán desde el abatimiento, desde la desidia, desde el precipicio de la ignorancia. No escuches. Tus oídos son muy frágiles todavía. Preserváte. Guardáte un poquito de ese líquido que tanto amaste para que te haga de sofá y te aguante los golpes.
Si hay algo que sabemos hacer los grandes es cambiar un caos por otro. Nos encanta. Sabemos muy poco de la alegría, del estar bien. Nos da miedo, no lo manejamos. Es más fácil lidiar con la desesperanza.
Aún así, esa lucecita que empezás a adivinar, esa claridad que vas a ver dentro de poco encierra una de las acciones más hermosas: el esperar, siempre. Eso es algo que muchos grandes han perdido, no les dejes hablarte sobre eso porque ya no saben nada. Pero estás llegando, por eso venís y te esperamos. Para esperar juntos.
(Las batallas que elijas pelear serán las mías también)