De a cuatro

Una vez, hace muchos muchos años, escribí un cuento intitulado La estrategia. Nunca lo he vuelto a revisar, ni tan siquiera lo he rastreado en mis papeles dispersos por provincias argentinas de muy diferente factura. Pero su idea central vuelve a mi memoria una vez cada cuatro años. Es como una especie de doble bisiesto temporal que me persigue.

Constaba el cuento (no el bisiesto) de una velada comparación estilística entre los valores esenciales de la guerra (de esas guerras que se libraban antes, con códigos caballerescos y todo) y los pilares tradicionales sobre los que se sostiene uno de los deportes más hermosos que ha dado el hombre: el fútbol.

Entre ejercicios narrativos de dudoso valor y exprimentos creacionistas de cierta originalidad, la trama discurría bastante encorsetada, contando la visión de un sueño reiterativo en mi tierra: ser jugador profesional y ganar un mundial. Ni más, ni menos.  Creo que el final tenía cierto mérito, porque resolvía la comparación inicial con unos tintes de buen humor, aunque la estructura ficcional no daba demasiado de sí. En fin, intuiciones creativas de adolescencia promedio.

La cuestión es que guardo un recuerdo tan entrañable de esa historia que me hace sonreir de sólo pensarla. Será porque me recuerda una pulsión frenética que anida en alguna parte de mi socializada personalidad, y que cada cuatro años reverdece en sus brotes desaforados. Cuando me preguntan la razón de mi políticamente incorrecta afición por el fútbol, cuando observo esas caras de «no entiendo de qué vas» o de «no te pega nada», cuando rebusco sin éxito en el vocabulario gastado un párrafo que explique un poco la locura, me resigno inexorable a darme a entender.

No se puede explicar la sensación corporal de la victoria (especialmente sobre Inglaterra o Brasil), los temblores de los lagrimales cuando suena el himno y ves a los muchachos con la mano en el pecho, la bronca irracional ante el cambio de delantero o la falta innecesaria en la puerta del área.

Según la clasificación aristotélica, el objeto de esta reflexión encajaría en la epopeya que, como usté bien sabe, es una especia del género épico. Épica es la meta cuando comienza el mundial, épico el desafío de funcionar como un reloj suizo ante el rival más complicado (o sucio), épica la emoción de vislumbrar un futuro próximo en el que esa copa de extrañas formas sea levantada por las manos de los compatriotas.

Fontanarrosa decía que para algunas personas el año mundialista no se parece a ningún otro. Todo es nuevo y se manifiesta diferente, incluso las vivencias más íntimas. Porque es un objetivo conjunto, un cúmulo de oraciones colectivas, una esperanza que no sabe de clases dirigentes, recortes de recesión, escuchas ilegales o bancos estafadores. Es de todos por igual. Es epopeya.

Si algún día encuentro La estrategia, tengo la seguridad de que no lo leeré. Prefiero que quede así, impregnado en mis pulsiones desenfrenadas que una vez cada cuatro años se desatan gustosamente.


15 comentarios on “De a cuatro”

  1. Melusina dice:

    «¡¡Vení, vení, cantá conmigo, que un amigo vas a encontrar, que de la mano de Maradona, todos la vuelta vamos a dar.!!»

    melusamente albiceleste

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  2. Anónimo dice:

    Necesito tu permiso para copiar el texto, plagiarlo que se dice y mostrárselo a mucha gente a la que ya me cansa darle tanta explicación. Puedo, puedo? Maravilloso. Abrazos para todos.

    Anónimo

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  3. Melusina dice:

    Querido Anónimo, usté puede hacer con el texto lo que quiera siempre y cuando deposite la módica suma de una docena de empanadas llegadas de allende el mar para sufragar mis gastos de imaginación. Grassias.
    Besos!!

    la melusa

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  4. Anónimo dice:

    mucha onda el nuevo bloc! quñe bueno!! yo siempre estoy por pasarme a wordpress y no encuentro el tiempo

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  5. Anónimo dice:

    soy mae, sip

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  6. Anónimo dice:

    Bueno, uno de los mejores cuentos que he leído en mi vida era sobre fútbol, «El ropero, los viejos y la muerte» de Julio Ramón Ribeyro. Además, también Osvaldo Soriano y Daniel Moyano («Tía Lila», es buenísimo) y más gente, así que, claro que sí, la estrategia funciona.

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    • Melusina dice:

      Estimado Anónimo, bien lo ha dicho usté, la estrategia funciona…. para los demás! Ja!
      Los cuentos que menciona son excelentes, recuerdo Gallardo Pérez, referí de Soriano, cuyo argumento me acompañó durante días. Y el vestido de Tía Lila? Maravilloso. La barrera, de Fontanarrosa, o El Fanático de Galeano, y uno de Roberto Arlt que recuerda un partido de Argentina jugado en San Lorenzo, pero nunca retuve el título. Y así para aburrir.
      Incluso leí una vez un párrafo de Albert Camus recordando sus tiempos en la universidad que nunca más encontré. En fin, el fútbol es mucho pero mucho más que una pelota y 22 jugadores. (23 con el árbrito que siempre, pero siempre juega para el contrario…)
      Gracias por pasar!

      Melusina

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  7. dIEGO dice:

    Fontanarrosa tiene razón es el momento en el que todos tiran para el mismo lado y nadie pregunta nada… todos tiran… cuando llegás a esa situación ya no importa el técnico ni los jugadores, pasan a la condición de líderes incuestionados y todos rezan para que ganen…No HAY DEMOCRACIA EN EL SUEÑO DEL MUNDIAL…PORQUE NADIE LA PRETENDE…Te asumís un patadura… aunque te gastes el sueldo en el bar puteando a los de turno…LA PELOTA NO SE MANCHA!!! Tiene el privilegio de la infalibilidad del monarca absoluto del siglo XVI.

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    • Melusina dice:

      Don Diego de mi arrma, coincido plenamente con sus apreciaciones. Un día antes del comienzo del Mundial la selección al completo se vuelve a-ideológica, a-partidista, a-democrática, incluso si se quiere, a-sexuada, para rizar el rizo. Lo que nunca adopta la partícula negativa es la religión, porque como es de público conocimiento, en Argentina se le reza a la Virgen de Luján o… se le reza. Asínomás.
      Convertirse en líder incuestionado y hasta gozar de la infalibilidad del monarca ése insoluto del que usté habla… es tan claro como el agua y se verifica. Ahora sí, contiene en sí una responsabilidad. No lo dicen en chiste los jugadores cuando declaran que «la camiseta pesa».
      La pelota no se mancha, yastá. Y a rezar todo el mundo, quéloparió.

      lo quieren,

      la melusa

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  8. Elena dice:

    La pulsión frenética, el temblor de los lagrimales, la epopeya, todo ese batido desenfrenado dentro de un latir albiceleste a punto de desbordar…ay Dios!!! Si así me siento mientras respiro en mi tierra, no puedo imaginar tu sentir en la distancia. Tomá mi mano, estamos juntos, VAMOS ARGENTINA QUE ESTA BARRA QUILOMBERA NO TE DEJA DE ALENTAR!!!!!!!!!!!

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  9. Melusina dice:

    Ay mamita, esto de pasar un mundial lejos de casa no puede ser!! Ahora mismo desfalco (por cuarta vez) a la familia humboldt y me rajo con todos los euracos pa’ buenos aires… Ahhhhhhhhhhh

    la quieren mundialísticamente

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  10. Anónimo dice:

    Me podés pasar algunos cuentos de esos que mencionás, o dónde los puedo encontrar? Siempre me interesó el tema pero nunca doy con otra cosa que no sea de Fontanarrosa.
    Muchas y gracias y excelente post.

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  11. Melusina dice:

    Anónimo, mire las cosas que me pide che!
    Bueno, le dejo aquí varias páginas en las que puede buscar esos cuentos y otros (Soriano, Moyano, Fontanarrosa, Dolina, Panno, Apo, Galeano, Arlt, Sasturían, Cohen, etc.)
    http://www.cuentosymas.com.ar/index.php
    http://www4.loscuentos.net/
    http://www.ciudadseva.com/bibcuent.htm
    Siempre queda la opción de recorrer las librerías de Corrientes (preferiblemente sobre las 2 de la mañana) y topar con la sabiduría de los libreros experimentados que le recomienden volúmenes antológicos de cuentos de fútbol.
    Suerte y tómese un café en el Politeama por mí, si?

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  12. Magda dice:

    Holas!!!
    te encontré, qué buen cambio; la verdad que me encanta tu nuevo diseño.
    Yo también cambié el diseño pero dentro de blogger, soy más humilde, vio?
    Otra cosa: me gusta el fútbol,su pasión, su música, su…ME GUSTA y nada más.
    Besos,

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