Dance…dance.

Estoy mirando una peli que va de baile, hijos, matrimonio, deseos y amor. La vida, bah. Preciosa.
Hago memoria y de repente entiendo que la locura que tengo por la música y el baile, esa pasión crónica, me viene de verlos bailar algunas veces con verdadero corazón. De ahí viene, seguro.
Me entran unas ganas terribles de poner a Sinatra y dar vueltas con un vestido púrpura de falda plisada. Y de tenerlos conmigo para bailar juntos. Bailar como las burbujas de la sidra o el champagne que llena las copas en estos días, llenos también de ausencia y de esperanza. Llenos de todo. Vacíos de nada, aunque falten burbujas para que explote del todo el sabor.
Y los siento tan míos y tan suyos. Tan conmigo y tan sin mí.
Los siento acá dentro, bien en el medio del cuerpo, entre los años y el mapa desdibujado del futuro.
Me siento viajando por el aire, horas y horas suspendida en un tiempo que no pasa (pero que sigue su rumbo gris a pesar de mí). Llego volando para darles un beso prohibido mientras me dure el polvo de estrellas que Campanita derramó sobre mis ojos. Los veo y los abrazo rápido, que no tengo tiempo. Y vuelvo sin ser vista, para no interferir en el curso de la imposibilidad.
Me basta con imaginármelo -mentira-.
Me basta con tenerlos, eso sí.


6 comentarios on “Dance…dance.”

  1. Melusina dice:

    Todo esto para decirles que los extraño, claro.

    Melusamente

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  2. Elena dice:

    Todo esto para saber que hay historias inolvidables, recuerdos de lo que fue y ya no es y amores para siempre como el que nos une, desde las entrañas hasta el alma
    Tu beso furtivo lo sentí en el corazón.

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  3. Anónimo dice:

    Me gusta cuando escribís homenajes así. Siempre hablamos de todas las cosas feas que nos decimos en las familias pero estos sentimientos pocas veces se transmiten. Son lindas fechas para eso, y más cuando hay distancias entre medio.
    Felicidades y salu2 a todos.

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  4. Lagarto dice:

    actualice el blog, conio

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