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milito retiro

Scott Fitzgerald dijo una vez: muéstrame un héroe y te escribiré una tragedia. la exhortación tiene todo el sentido, claro, pero hoy necesito acomodarla un poco. porque, verán, hay héroes que son trágicos en su grado cero; son trágicos de manera irremediable, casi perfectos. pero hay otros, muy pocos, que llegan a ser más complejos. cargan sobre sí la potencia de la tragedia porque son enormes, bestiales, porque reactualizan su ser-héroe en cada una de sus acciones produciendo esa fisura elástica por la que la tragedia, siempre alerta, pueda manifestarse.

y aquí está la clave: en la posibilidad. los héroes más complejos, esos que dije que son muy pocos, coquetean con la tragedia, la conocen, pero cuando bailan -oh, y bailan muy bien, por cierto- le pasan por al lado, le regalan una mirada poderosa, y salen a la pista con el drama, no con ella. saben y entienden que con la tragedia van a bailar tranquilos, seguros sobre el despliegue de su técnica, aferrados a la cintura de lo irremediable, pero no se construyen sobre eso, lo hacen sobre el ritmo del drama que es inestable, espontáneo. el ritmo que no entra por los sentidos, que sale de ellos y que por eso, en esa danza, puede dar tanto el movimiento dislocado como la figura perfecta; puede darlo todo.

son los héroes de la entrega, pongamos, vamos a llamarlos así. los que producen sus reactualizaciones en el darse por completo, a todo, incluyendo en el todo la posibilidad del triunfo y de la belleza del logro. no los determina la tragedia, los determina la posibilidad. y es la lealtad a ella lo que los define; su entrega total a la operatoria de la acción sobre las cosas, a bailar el ritmo de la historia y del tiempo sin saber siquiera si se vuelve de la batalla. no son fieles, todos somos capaces de eso, son leales a la intersección del drama, al espacio de búsqueda constante donde todo es posible. esa lealtad, aventuro, está reservada para muy pocos.

y uno de ellos es Diego Milito. hoy se retira, cierra una parte de su historia vital plagada de drama, henchida de lo constante posible, gastada de batallas y de rodillas rotas de tanto bailar. un héroe de la entrega, del todo, una subjetividad total que ha sido y será leal a las fisuras que sus amores produjeron para que nada nunca deje de ser posible. ¿cabe otra acción más que una profunda e interminable gratitud por eso? está claro que no. desde la entraña de todos aquellos que hemos sido parte de su historia, que hemos poblado la pista del drama magnífico de la posibilidad dada al ritmo del héroe, sólo queda agradecer y no olvidar nunca, porque el héroe vive en su nombre y es todo lo que podemos darle.

podríamos quedar entonces en algo así como muéstrame un héroe y escribiré lo posible. pero, claro, ¿quién puede hacer eso? a veces, muy pocas, sucede cuando el héroe, como un poeta, puede escribir su propia historia. y a veces, como esta vez, podemos ser testigos del tiempo. gracias, Diego, por no ser irremediable. gracias por ser el héroe de lo posible.