Teorema del piropo

Sí, ya abandoné oficialmente (y sin retorno) la década de los 20. Y la última semana de ésta me proporcionó material sorprendente. Es sabido que las cuestiones llamadas «de género» no me entusiasman sobremanera, pero he de decir que lo femenino siempre fue objeto de defensa por mi parte, en contraposición más que nada a lo feminista. Así las cosas, y mientras divagaba sobre la lista de cosas estéticas que deben preocuparme al cumplir 30, (arrugas, cremas que las combatan, anticelulíticos, shampúes y acondicionadores con extracto vegetal de cafeína y mineral de ácido nosepuedenipronunciar.com, etc.) me surgió un inusitado interés por observar detenidamente mi parte, digamos, más lunar y anímica (siguiendo a Jung). Dos cuestiones: en España no se piropea a las mujeres. Nadie sabe bien por qué. Pero eso de gritarte en medio de la calle, dejarte sorda a bocinazos y decirte cosas realmente irreproducibles, de eso nada. Sorprendente. Sin embargo, con esto del calor recalcitrante y que una salga con menos ropa, me hizo ver la luz. Sí, los españoles piropean. Y toda la lisonja se reduce a tirarte un «hola» mientras vas caminando. Es decir, si te saludan significa que te vieron y que les parecés guapa. El silencio refiere a no haberte registrado ni de refilón. Hice una estadística y sí. Comprobado. Notable, ¿no?
Segunda cuestión: terminé mis lecturas preliminares encontrándome con cosas que marcan el pensamiento más allá de toda contingencia, entre ellas (y en consonancia con mi observación hacia mi parte femenina) está la defensa dialéctica de la igualdad entre hombres y mujeres, allá por el siglo V a.C. Al final le dejo la cita a todas aquellas féminas que quieran regodearse con los colegas masculinos.
Sorteados estos puntos, y luego de una preciosa celebración del fin de los 29 en familia, más un día de cumpleaños inolvidable entre lecturas, asado argentino en nuestra terraza y el amor incondicional y absolutamente irreemplazable de mi compañero de aventuras, puedo decir con orgullo: me gusta ser mujer.

«-¡Has hecho completamente hermosos a los gobernantes, Sócrates, como si fueras escultor! -Y a las gobernantes, Glaucón; pues no pienses que lo que he dicho vale para los hombres más que para las mujeres, al menos, al igual que ellos, para cuantas de ellas surjan como capaces por sus naturalezas.»*
*Platón. República. 540c

 



Bla

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